sábado, 23 de marzo de 2024

 



PUBLICADO EN LA ESTRELLA DE PANAMA, 5 DE ENERO DE 2024

VIRGINIA ARANGO DURLING

Elecciones, ética y voto responsable

En mayo de este año, se realizarán las elecciones en nuestro país, y hay diversos factores, que van a tener impacto en el escenario político, aun cuando hasta la fecha no sabemos, en concreto, las propuestas electorales de los candidatos.

En primer lugar, tenemos que el voto de los jóvenes es un atractivo para los partidos políticos, mientras que están los grupos que se oponen a la reelección, tenemos las candidaturas presidenciales independientes, las prácticas clientelistas, el marketing político, el efecto de los medios de los canales de información, incluyendo la digital, y la desinformación con fake news, entre otros.

¿Y cuál es el rol del votante en el proceso electoral? ¿Actúa de manera responsable? El ciudadano ejerce el derecho al sufragio, derecho humano político, garantizado constitucionalmente, que comprende el derecho al voto (sufragio activo), como un deber cívico, con caracteres de ser universal, secreto y directo, y el derecho a ser elegido (sufragio pasivo).

En Panamá hay una participación alta de votantes en las elecciones en comparación a otros países de la región (Díaz,2019), y se hace con sumo interés, aunque en ocasiones las promesas electorales de los candidatos quedan en las urnas y los votantes quedan defraudados.

Pero, el elector no siempre ejerce el voto de manera responsable, porque a veces no está consciente e informado de las propuestas electorales de los candidatos, y puede sentirse confundido por las propagandas publicitarias, y con ello existe el riesgo de ser manipulado y engañado.

Y es que para captar a los votantes, los partidos políticos emplean diversas estrategias persuasivas en su campaña política, que juegan con sus emociones, entre miedo y esperanza, con promesas de cambio, estabilidad, empleo, seguridad, o bienestar, o emplean el marketing político, en la que los candidatos venden una imagen determinada (branding político), por ejemplo, difunden imágenes besando y abrazando a niños y adultos, dando por hecho una relación de cercanía con el electorado, a lo que se suma el nepotismo, el clientelismo político y las cuestionadas donaciones (Mira Hernández, 2018).

Ahora bien, ¿Podemos lograr un elector responsable, que no se deje persuadir por el marketing político, el nepotismo, por la psicología política de los colores del partido, clientelismo, por el branding político, que impacta psicológicamente en su estado de ánimo y su decisión en el voto, entre otros?

En realidad, hay muchas estrategias para promover el voto responsable, pero desde hace mucho tiempo se valora la importancia de la ética en la política en el proceso electoral, así como también, en la actuación ética del votante, porque una “política sin ética genera corrupción” y en una democracia hay que incorporar en sus funcionamientos instrumentos éticos (Bautista,2020).

Por tanto, un candidato sin ética da lugar a prácticas corruptas, a deshonestidad, irresponsabilidad, e irrespeto, y hoy en día, se afirma que es decisivo la determinación de un perfil para los aspirantes a cargos de elección, como son entre otros, que tenga principios morales y virtudes, sea idóneo, tenga prestigio y honorabilidad, sea una persona excelente, con decoro, conocimiento de la materia y de la constitución, goce de un sentido de justicia y del bien común, de compromiso y responsabilidad, y esté dispuesto a una actuación política de servicio ciudadano (Bautisa,2020).

De manera tal, que cuando el votante deposita su voto de manera informada y responsable, se coincide que se logran gobernantes competentes y comprometidos con su país, pero si se hace a la ligera, las malas decisiones del voto conducen, eventualmente, a tener gobernantes que son ineptos, poco hábiles y sin ética (Gil Martin, 2017).

Ciertamente, que todos somos responsables de nuestros actos, aunque “No parece, en cambio, que el común de los mortales asignemos una responsabilidad equivalente al acto de votar en unos comicios, y ello aunque nuestro voto pudiera contar en favor de posibilitar la conformación de mejores o de peores gobiernos y por ende contribuir a mejorar o empeorar la vida de los conciudadanos” (Gil Martín,2017).

En fin, es imprescindible que promovamos la ética en la cultura política, una formación ética a los candidatos, así como la ética del voto a los electores, de manera que cuando vayamos a emitir el voto, estemos informados y lo hagamos de manera responsable, a fin de que nos gobiernen los mejores candidatos con principios y valores éticos, recordándole a ese sujeto, que está para servir a la comunidad y no para servirse de ella

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